Burgos Renacimiento

Comenzamos nuestra ruta en el Arco de Santa María, una de las doce puertas que daban acceso a la ciudad medieval de Burgos.

Este monumento, transformado en el siglo XVI para recibir al emperador Carlos V, es una de las mejores muestras del renacimiento burgalés. El arco se encuentra en el centro de la ciudad, al final del Paseo del Espolón, junto al río Arlanzón, el cual se cruza por el puente homónimo.

El arco es un majestuoso conjunto arquitectónico que combina elementos del gótico final con una clara influencia renacentista. Fue diseñado como una especie de arco del triunfo para exaltar la grandeza imperial. En su fachada se pueden observar nichos con estatuas de personajes históricos como Fernán González, El Cid y el emperador Carlos V. En su interior alberga exposiciones, el Museo de Farmacia y el acceso a uno de sus torreones.

Una vez cruzado el arco, nos adentramos en la plaza del Rey San Fernando, presidida por la majestuosa estampa de la catedral de Santa María y la puerta del Sarmental, uno de los cuatro accesos al templo.

Ninguna visita a Burgos estaría completa sin explorar la Catedral de Santa María, uno de los monumentos más importantes de España y un referente del arte gótico.

Sin embargo, dentro de este magnífico edificio, encontramos una joya del Renacimiento: la Capilla de los Condestables. Esta capilla, construida a finales del siglo XV por iniciativa de Pedro Fernández de Velasco y Doña Mencía de Mendoza, Condestables de Castilla, es uno de los mejores ejemplos del Renacimiento español en Burgos.

La capilla está ubicada en la cabecera de la catedral y destaca por su impresionante cúpula estrellada y su exquisita decoración plateresca. En su interior, se pueden observar varios elementos renacentistas, como una elegante reja realizada por Cristóbal de Andino, las esculturas funerarias de los Condestables, obra de Felipe Bigarny o el retablo mayor, realizado por Diego de Siloé y el mencionado Felipe Bigarny.

El retablo representa la Presentación de Jesús en el Templo y destaca el delicado tratamiento de las figuras protagonistas del retablo.

La Capilla de los Condestables es un lugar de gran riqueza artística y espiritual, que ofrece a los visitantes una experiencia única en el contexto de la catedral gótica. La combinación de estilos y su cuidada ornamentación la convierten en una visita obligada para entender la evolución del arte y la arquitectura en Burgos durante el Renacimiento.

La Escalera Dorada está situada al fondo de la nave del crucero de la Catedral de Burgos. Salva el desnivel existente entre la calle de Fernán González (Camino de Santiago) y la propia catedral por su acceso norte, a través de la Puerta de los Apóstoles o de Coronería.

Sin duda, estamos ante una de las obras más singulares y bellas de la Catedral de Burgos. Realizada por el artista burgalés Diego de Siloé, aúna estética e ingeniosas soluciones técnicas, siendo uno de los primeros ejemplos de arquitectura renacentista en España.

La construcción de esta escalera fue encargada a Diego de Siloé por Juan Rodríguez Fonseca, obispo de Burgos entre 1514 y 1524, año de su fallecimiento. Durante su obispado se llevó a cabo también la construcción de la Puerta de Pellejería de estilo plateresco.

El Cimborrio de la Catedral de Burgos, situado en la parte superior del cruce de las naves mayor y transversal, tiene 50 metros de altura desde su base, donde desde 1921 se encuentran las sepulturas de Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid Campeador) y su esposa Doña Jimena. Se trata de una de las cúpulas más impresionantes y bellas del Renacimiento en España.

El conjunto se apoya en cuatro columnas, que se asientan sobre una amplia base octogonal. A la altura de los ventanales de las naves arrancan cuatro arcos torales y cuatro pechinas y a partir de ellas surge el octógono de la linterna, que cuenta con una fastuosa ornamentación, básicamente plateresca con reminiscencias góticas.

Cuenta con más de 100 estatuas distribuidas tanto en su interior como en el exterior. El conjunto está rematado por una espectacular bóveda calada de doble estructura con forma de estrella de ocho puntas. Esta sorprendente y atrevida solución arquitectónica, además de aligerar peso, permite que la luz cenital se filtre con fuerza e ilumine el trabajo escultórico del cimborrio.

El actual no es el original, pues aquel (realizado por Juan de Colonia sobre 1460) se derrumbó en 1539 debido al excesivo peso del mismo. El que ahora se puede contemplar fue diseñado por Juan de Langres. De su realización se encargó el maestro Juan de Vallejo, empleando en esta tarea cerca de 30 años.

Desde la plaza del Rey San Fernando, ascendemos ligeramente para situarnos en la de Santa María, presidida por la puerta oeste de la catedral, conocida por el nombre de Santa María, por ser la principal. Bordeamos la plaza por una rampa escalonada situada al oeste, frente a la fachada principal de la catedral, y nos topamos de frente con la Iglesia de San Nicolás de Bari.

La actual iglesia comienza a levantarse en el siglo XIV, es un excelente ejemplo de la arquitectura religiosa en la ciudad, particularmente conocida por su retablo mayor.

El retablo, esculpido en piedra caliza, fue diseñado por Simón de Colonia y fue su hijo Francisco quien realizó la obra. Representa escenas de la vida de San Nicolás, con un detallado trabajo de relieves que incluyen figuras de santos, ángeles, y otros motivos religiosos.

Este retablo es uno de los más impresionantes de su época y destaca no solo por su belleza artística, sino también por su dimensión monumental.

La iglesia alberga otras obras de interés, como los sepulcros de los fundadores don Gonzalo López de Polanco y doña Leonor Miranda, una pila bautismal del siglo XVI y varias capillas donde se pueden apreciar esculturas y retablos de los siglos XV y XVI. También exhibe una notable colección de tapices flamencos, una de las mejores del mundo.

Su fachada principal presenta una combinación de estilos gótico y renacentista, con un campanario simple pero elegante que complementa la estructura general del edificio.

Después de visitar la Iglesia de San Nicolás, seguimos por la calle del Conde Fernán González en sentido descendente, admirando la fachada norte de la catedral. Enfrente de ésta se alza el Palacio de Castilfalé, un edificio renacentista, construido en el siglo XVI por orden de don Nicolás de Gauna, siendo poco después el Palacio de los Maluenda; es otro testimonio del esplendor arquitectónico del Renacimiento en Burgos.

El edificio, de estilo renacentista con influencias platerescas, cuenta con una fachada sobria, decorada con escudos de armas, balcones de hierro forjado y detalles ornamentales. El interior, organizado alrededor de un patio central con columnas de piedra, ofrece un ambiente más privado y acogedor.

El Palacio de Castilfalé fue residencia de la nobleza local y, a lo largo de los siglos, ha servido para diversos usos. Hoy en día, el edificio es la sede del Archivo Municipal.

El Museo del Retablo se encuentra en la Iglesia de San Esteban, ubicada a los pies del castillo y por encima de la catedral. Este templo cuenta con tres naves divididas en cinco tramos cubiertas por bóvedas de simple crucería en las laterales y en la central. En su interior se pueden admirar 29 retablos, así como una magnífica colección de piezas de orfebrería, escultura y obra gráfica. Otro elemento a destacar es la parte ornamental del coro.

Entre los retablos, una decena pertenecen al estilo renacentista, destacando el de La Última Cena, perteneciente al propio templo.

Se trata de una pintura sobre tabla realizada entre los siglos XVI y XVII de autor desconocido y que desde 1650 figura en el inventario de bienes del templo burgalés.

El retablo se asienta sobre un pequeño banco o basamento decorado con tres inscripciones relativas a la eucaristía. El lienzo va insertado en un gran marco de madera de roble bien dorado y estofado. Tiene como tema central la Última Cena y en torno a ella se insertan ocho escenas separadas por listones como si fueran cuadros independientes, distribuidos tres en cada lateral y dos en el centro: uno encima y otro debajo de la cena.

La Iglesia de San Gil está situada a los pies de la ladera suroriental del cerro del Castillo, adosada a la que fue la muralla de la ciudad y junto a la puerta del mismo nombre.

Su planta es de cruz latina, con una triple nave separada por airosos pilares. En la nave lateral izquierda, llamada del Evangelio, se encuentran algunas capillas, como la de la Natividad de María, a la que se accede tras cruzar dos bellas pilastras de estilo plateresco obra de Juan de Vallejo. En su interior podemos contemplar una espectacular bóveda estrellada octogonal, con un círculo central de plementería calada.

Destaca también la capilla renacentista del Santo Cristo de Burgos y la capilleja de los Burgos con sepulcros de la familia fundadora con interesantes pinturas de la época.

Esta iglesia es también conocida como 'la segunda Catedral de Burgos' por la riqueza artística de su interior, en contraste con el severo exterior del conjunto. Cuenta con dos portadas; la noroccidental, más sobria, y la suroriental por la que entraban al templo los peregrinos del Camino de Santiago.

Esta antigua casa palaciega, construida a finales del siglo XV por orden de los Condestables de Castilla, fue diseñada para ser una residencia noble, aunque también desempeñó funciones políticas y administrativas de gran importancia.

La Casa del Cordón debe su nombre al gran cordón franciscano que decora su fachada, un símbolo del poder y la devoción de sus propietarios.

Su estilo combina elementos góticos con innovaciones renacentistas, evidentes en su portal principal, decorado con escudos heráldicos, medallones y relieves que representan figuras históricas y alegóricas. Además, en el patio interior, de dos pisos, se aprecia un refinamiento arquitectónico que anticipa la transición hacia un Renacimiento pleno.

La Casa del Cordón es conocida, entre otros eventos históricos, por haber sido el lugar donde los Reyes Católicos recibieron a Cristóbal Colón tras su segundo viaje a América en 1497.

Actualmente, el edificio alberga una entidad bancaria, pero sigue siendo accesible para visitas guiadas que permiten conocer más sobre su historia y su relevancia en la política y sociedad burgalesa del Renacimiento.

Abandonamos la Casa del Cordón, tomando la calle de La Puebla para salir por el Arco de San Lesmes, cruzar el río Vena y llegar a nuestro siguiente hito: la Iglesia de San Lesmes Abad, dedicada al patrón de la ciudad de Burgos. Aunque su construcción se inició en estilo gótico a finales del siglo XV, la iglesia presenta elementos renacentistas tanto en su estructura como en su decoración interior.

El altar mayor, dedicado a San Lesmes, es una magnífica obra barroca, con esculturas y relieves que representan escenas de la vida del santo y otros motivos religiosos. Destaca el púlpito renacentista realizado en 1533.

La iglesia también alberga varios sepulcros de nobles y comerciantes locales destacando el sepulcro de Cristóbal López de Haro uno de los impulsores en la financiación de la primera vuelta al mundo realizada por Magallanes y Elcano (1519-1522).

En el exterior, su fachada presenta detalles ornamentales típicos del Renacimiento, aunque mantiene una estructura general de influencia gótica.

Junto a la iglesia de San Lesmes, presidiendo la plaza de San Juan, se alza la espadaña del antiguo Monasterio de San Juan, formando uno de los espacios urbanos más sobresalientes de Burgos. Su origen se remonta al siglo XI. Tras la Desamortización de Mendizábal, fue abandonado lo que provocó con el paso del tiempo la ruina de buena parte del edificio.

El monasterio también cuenta con un claustro donde se pueden apreciar detalles arquitectónicos góticos y renacentistas. Destaca su elegante Sala Capitular obra renacentista del siglo XVI.

Aunque no tan monumental como otros edificios de la ruta, el Monasterio de San Juan ofrece una experiencia íntima y apacible, ideal para aquellos interesados en descubrir los rincones menos conocidos de la ciudad.

Muy cerca del Museo de la Evolución Humana, nos encontramos con el Convento de San José y Santa Ana, el último que fundó Santa Teresa de Jesús. La santa compró en marzo de 1582 una casa, conocida como Juan Mansino e, inmediatamente, comenzaron las reformas para adaptarla a la función de convento.

Se trata de un templo de nave única con tres tramos de bóvedas de crucería, sin crucero y con el testero o cabecera recta, con bóveda de casetones. Su fachada, de líneas rectas y sobrias está cerrada por dos robustos pilares entre los cuales se encuentra un rosetón. En la zona opuesta a la fachada se contempla una espadaña, aunque su construcción parece que fue más tardía.

En su interior se conservan diversas reliquias de Santa Teresa.

Situado en la calle Miranda, el Museo de Burgos ocupa dos antiguos palacios del siglo XVI: la Casa Miranda y la de Íñigo Angulo. Se trata de dos palacios de estilo renacentista.

El primero, se construyó para ser la residencia de Francisco de Miranda Salón y España, canónigo de la catedral. El segundo, iniciado en 1547, fue construido por encargo de Lope Hurtado de Mendoza, quien fuera embajador de Carlos V. Ambos son atribuidos a la maestría de Juan de Vallejo.

Las fachadas principales de estos palacios se encuentran en la calle Calera, paralela a Miranda. Vallejo diseñó la casa Íñigo Angulo de planta cuadrangular delimitada por dos torres flanqueando la fachada principal.

Esta fachada presenta un zócalo de piedra sobre el que se levanta el paramento de ladrillo, que encuadra una portada de arco de medio punto que soporta el gran escudo familiar, flanqueado por dos figuras masculinas entre leones sedentes. Sobre la portada descansa un balcón con los escudos de la familia Mendoza y símbolos de la Orden de Santiago.

Por su parte, la Casa Miranda es un inmueble de tres alturas y planta trapezoidal que originalmente fue cuadrada, articulado en torno a un patio central con doble piso de galerías soportadas por capiteles y zapatas, que distribuye a su vez el espacio interior del museo.

El edificio conserva de la construcción original las portadas principal y trasera, la escalera central y un majestuoso patio, profusamente decorados con estilo renacentista.

En su fachada principal, enmarcada entre torres semicirculares con pináculos, destaca la portada de arco de medio punto flanqueado por dobles pilastras que sostienen una cornisa, con decoración vegetal acompañada de numerosos relieves, entre los que destacan escudos nobiliarios y dos medallones sostenidos por figuras masculinas y grifos.

Ambas construcciones han sufrido desde su edificación numerosas reformas, habiendo tenido también una diversidad de usos hasta convertirse en la sede del Museo de Burgos.

Al sur del río Arlanzón, en el cruce de las calles de Barrio Gimeno y de Madrid, se alza el antiguo Hospital de la Concepción.

Su construcción data del siglo XVI y es uno de los más brillantes inmuebles de carácter público. Fue sede de la Facultad de Medicina, en 1799, creada por Carlos IV. En 1893 fue, en parte, destinada a Cuartel de Caballería, siguiendo el resto como hospital hasta entrado el siglo XX.

Su primer objetivo fue la sanación de peregrinos. También fue el primer Hospital general, de tipo moderno, que hubo en Burgos. En él se hospedó Santa Teresa de Jesús cuando visitó la ciudad para fundar el monasterio de San José y Santa Ana.

Recientemente, se ha aprobado su restauración para albergar en él la sede del Archivo Histórico Provincial de Burgos.

La Iglesia de San Cosme y San Damián en la ciudad de Burgos es un ejemplo destacado de cómo las influencias del Renacimiento llegaron a la arquitectura y el arte religioso en Castilla, aunque en diálogo con las formas góticas predominantes en la época de su construcción.

Esta iglesia, ubicada fuera de los límites de la muralla, en la margen izquierda del río Arlanzón, fue construida entre los siglos XV y XVI, una época de transición entre el gótico tardío y el Renacimiento en España. Esta iglesia refleja esta transición, combinando estilos tardogóticos con innovaciones renacentistas, en especial en su decoración y en algunos elementos arquitectónicos.

Aunque la iglesia conserva una planta gótica tradicional, típica del estilo tardío de la época, es en los detalles ornamentales de la fachada, realizada por Juan de Vallejo, donde se aprecian influencias renacentistas, con motivos clásicos, como guirnaldas, medallones y figuras humanas más naturalistas, algo típico del Renacimiento.

El edificio que en la actualidad alberga el IES Cardenal López de Mendoza es un magnífico ejemplo de la arquitectura renacentista en la ciudad de Burgos. Fue mandado edificar por el cardenal Íñigo López de Mendoza en el año 1538.

En la construcción de su fachada se utilizó piedra caliza proveniente de las canteras de Hontoria de la Cantera, un material de gran calidad que también se empleó en la fábrica de la catedral.

En su construcción, que finalizó en 1579, intervinieron varios arquitectos y canteros, como Pedro Rasines, Baltasar de Castañeda y Juan del Campo entre otros. Las esculturas y los escudos que figuran en su fachada fueron realizadas por los escultores Diego Guillén y Antonio de Elejade.

Hasta 1957, el edificio era conocido como Colegio de San Nicolás, bajo cuya advocación fue nombrado Íñigo López de Mendoza obispo de Burgos, bajo el mandato del papa Clemente VII.

Los orígenes del Convento de Santa Dorotea, situado junto a la plaza de San Agustín, en el sur de la ciudad, se remontan a 1387. Su fachada principal, de estilo tardogótico, responde al estilo del maestro Juan de Colonia.

En su interior alberga algunos sepulcros. El más importante de todos es el del obispo Juan de Ortega realizado en 1516 por Nicolás de Vergara El Viejo. Se enmarca dentro del estilo plateresco (el primer renacimiento en España).

Cuenta con una rica talla iconográfica y decorativa en relieve con un busto del finado realizado en alabastro. En el paramento interior del fondo se aprecia un relieve de La Última Cena, cuyo autor es Juan de Valmaseda.

Nuestra siguiente parada nos lleva fuera del casco antiguo, hacia la zona universitaria de la ciudad, donde encontramos el Hospital del Rey. Fundado por Alfonso VIII en 1195 para atender a los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago. El edificio conserva algunos trazos de su estructura medieval, aunque las sucesivas reformas que ha sufrido la han alterado mucho.

Durante el siglo XVI, su iglesia experimentó una reforma en profundidad aprovechando la construcción del Patio de los Romeros. En esa actuación se creó la Puerta de los Romeros, por la que los peregrinos accedían al recinto y el Pórtico. Esta entrada, que se construyó en 1526, forma un arco triunfal de doble cara. En la parte superior de su cara exterior está representado el apóstol Santiago, mientras que en la que mira al Patio de los Romeros figura la Virgen María. El conjunto se completa con medallones, escudos heráldicos y otros elementos decorativos típicos del Renacimiento.

Hoy en día, el Hospital del Rey es parte del campus de la Universidad de Burgos (alberga el Rectorado), pero sigue siendo un lugar de interés para los amantes de la historia y la arquitectura.

No lejos del Hospital del Rey se encuentra el Real Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas. Se trata de un importante monasterio cisterciense fundado en el año 1187 por el rey Alfonso VIII de Castilla y su esposa, la reina Leonor de Plantagenet. Este monasterio ha jugado un papel relevante en la historia religiosa y política de Castilla y de España.

El nombre “Las Huelgas” se refiere a las tierras de huelgo, un término antiguo que designa tierras baldías o de descanso, en las que se construyó el monasterio.

Aunque el Renacimiento tuvo en Las Huelgas (al igual que en el resto de monasterios medievales) una influencia limitada, algunos elementos renacentistas empezaron a aparecer en reformas o añadidos, como sucede en la portería del monasterio, de estilo renacentista con arcos de medio punto, y un sencillo ático adornado con un relieve de la Virgen con la media luna a sus pies. A ambos lados del relieve están los escudos de Castilla León, de los fundadores, de los Reyes Católicos y de Carlos I. Remata el frontal una magnífica crestería que recorre toda la cornisa.

Además, en la sala de La Labor, se exponen varias pinturas flamencas relativas a la pasión de Cristo, pintadas al óleo sobre tabla, pertenecientes a artistas flamencos del siglo XVI. Destaca el Tríptico de la Pasión, atribuido a Jan de Beer (1475-1528), artista que trabajó en Amberes en las primeras décadas del siglo XVI. Sus obras se caracterizan por el empleo de colores brillantes, el gusto por el detalle y los diseños pormenorizados de sus escenarios.

En la misma sala pueden contemplarse otras tablas del mismo tema y de autor desconocido, pero que pertenecen al periodo manierista del Renacimiento.

La Cartuja de Miraflores, situada a unos cuatro kilómetros de la ciudad de Burgos, es un monasterio de la orden de Los Cartujos comenzado a construir en 1453, bajo las directrices del estilo gótico isabelino.

En su interior alberga un sinfín de obras de arte. Aunque tanto en su retablo mayor, obra de Gil de Siloé, como en los sepulcros reales de los reyes Juan II e Isabel de Portugal realizados por el mismo artista, se aprecian ya detalles del incipiente renacimiento, es, sin duda, el Tríptico del Calvario la obra que mejor representa el estilo renacentista. Se trata de una pintura atribuida a la escuela de Rogier van der Weyden.

El panel izquierdo muestra el camino del Calvario, donde Cristo lleva la cruz a cuestas. En el panel central aparece Cristo crucificado, acompañado de los dos ladrones. También puede verse a la Virgen, acompañada por María Magdalena y Juan el Evangelista. En el panel derecho se representa el Descendimiento. La obra destaca por la calidad pictórica y las formas de las figuras, así como por el detallismo y la minuciosidad en las pinceladas.

Otra de las obras que destacan dentro del estilo renacentista es La Anunciación, una de las pinturas maestras de Berruguete. Inspirada en la escuela flamenca, en especial en la pintura de Rogier van der Weyden, en ella se refleja la escena de la Anunciación, con un tratamiento exquisito de los ropajes, los rostros, la luz y el color. También destaca la minuciosidad en el detalle de los objetos. Esta pintura muestra una clara influencia flamenca, con rasgos del renacimiento italiano.

Alrededor de la Catedral, por la plaza del Rey San Fernando, o la calle de la Paloma podemos encontrar establecimientos donde poder reposar del paseo al tiempo que degustamos tapas típicas de la ciudad acompañadas de vino de las dos denominaciones de origen de la provincia: Ribera del Duero y Arlanza.

Tenemos que tener en cuenta que Burgos fue designada en 2015 Ciudad Creativa de la Gastronomía por la UNESCO y que el tapeo es una actividad muy arraigada en la ciudad.

Si nos ceñimos a los alrededores de la Ruta del Renacimiento, podemos practicar el tapeo, tanto por la mañana o por la tarde-noche, en numerosas calles como Fernán González, Las Llanas, Avellanos, San Juan, Sombrerería, San Lorenzo…

Además de aquellos pinchos más tradicionales, como los vinagrillos, cojonudos o morcilla de Burgos, la ciudad también ofrece otros que reflejan la vanguardia gastronómica burgalesa.

El Centro de Recepción de Turistas se sitúa en la calle Nuño Rasura 7, a pocos metros de la Catedral.

En la planta baja se encuentra el Punto de Información Turística en el que se ofrece información de primera mano sobre la ciudad y la provincia de Burgos de lunes a domingo.

El edificio también abre al público dos espacios expositivos:

En Busca de la Luz: Un recorrido por la relevancia de Burgos en la creación de vidrieras desde el siglo XII.

Wine Design Space: Exposición dedicada al diseño en el ámbito del vino.

Horario

Del 1 de Octubre al 31 de Mayo: 10:00 a 14:00 h y 16:00 a 19:30 h
Del 1 de Junio al 30 de Septiembre, Semana Santa y puentes: 9:00 a 20:00 h

El centro permanecerá abierto todos los días excepto las tardes del día 24 y 31 de diciembre y los días 25 de diciembre y 1 y 6 de enero.

Centro de Recepción de Turistas
C/ Nuño Rasura, 7
infoturismo@aytoburgos.es
Telf: 947 28 88 74